terapia de hipnosis

En Centro Terapéutico Limage contamos con amplia experiencia en la realización de hipnosis. Un procedimiento lleno de mitos que aquí aclararemos:

 

A través de la hipnosis no se puede conseguir que alguien realice un acto en contra de su voluntad. Lo contrario es uno de los muchos mitos que flotan por encima de este concepto. Para algunos, esta palabra es la llave de una vieja puerta que conduce a un mundo mágico-esotérico. A otros, los trasporta a un escenario donde un ridículo voluntario imita a una gallina o se come una cebolla como si estuviera degustando una deliciosa manzana. Para los profesionales de la salud, es una técnica que puede aumentar la efectividad de muchas terapias.

 

Debido a estas nuevas formas de comprender su práctica, existen sociedades científicas que la estudian. Revistas sobre el tema, cientos de investigaciones publicadas, etc., que poco a poco están deshaciendo esa atmósfera fantasmagórica que la envuelve.

 

Centro Terapéutico Limage certificado de hipnosis

“Razonar y convencer, ¡qué difícil, largo y trabajoso! ¿Sugestionar?, ¡qué fácil, rápido y barato!” (Ramón y Cajal). Un profundo y soporífico trance donde el sujeto se ve inmerso, siguiendo la voz grave y lenta del hipnotizador, acatando sus órdenes como si fuera un fiel autómata. La hipnosis no es nada de eso. De entrada, no existe ningún trance, ningún estado alterado de conciencia. Es decir, la persona no entra en una condición especial diferente a la de la vigilia.

 

Las investigaciones han demostrado que no existen indicadores psicofisiológicos o neurofisiológicos exclusivos del estado hipnótico. Si no es un trance, ¿qué es? Según Robert Fisher: “es un estado de la mente en el que la gente puede entrar y salir con frecuencia sin necesidad de ser hipnotizado. Es como ir al cine y olvidarse del ruido de las palomitas, de la conversación de los otros y del runrún del aire acondicionado, porque la atención se centra en la película”.

 

Según esta metáfora, cuando estamos sentados ante la inmensidad de la pantalla, si la película nos gusta, es como si entráramos dentro de ella y nos quedáramos atrapados allí. La vivimos, y nuestro cerebro no está atento a nada más, incluso las preocupaciones quedan fuera. El argumento nos lleva donde quiere. Y logra provocar en nosotros todo tipo de reacciones fisiológicas. Nos puede provocar risa o llanto. Cuando se trata de un trepidante thriller se nos puede acelerar el corazón o detener la respiración. Sin embargo, somos totalmente conscientes. En la hipnosis ocurre lo mismo, nuestra conciencia no está alterada, sino que la atención se centra en unas palabras, y ellas, como el argumento de una película, pueden lograr provocarnos diversas reacciones.

 

En una pequeña práctica de grupo con alumnos de primero de la carrera de Psicología, es fácil conseguir que muchos de ellos respondan a sencillas sugestiones. Pueden notar que una parte del cuerpo les pesa mucho o, por el contrario, sentir que flota. Sentir cómo el cuerpo se balancea solo, entre muchas otras sensaciones.

 

Con la hipnosis se puede ir más allá. Se puede conseguir que una persona alucine, que vea un elefante delante de él. O por el contrario, que experimente una alucinación negativa, que la mesa que tiene enfrente desaparezca de su vista. De la mente de la persona hipnotizada se puede incluso eliminar información. “Pocas terapias en la historia de la medicina han disfrutado simultáneamente de tan amplio renombre y tan extensa condena como la hipnosis” (Lewis R. Wolberg).

 

Las intervenciones quirúrgicas eran cruelmente dolorosas antes de la anestesia. En 1843, John Elliotson publicó un trabajo donde describía numerosos casos que fueron intervenidos quirúrgicamente sin dolor gracias a la hipnosis. Infortunadamente, esta utilización se tachó de fraudulenta. El descubrimiento de la anestesia en aquellos años relegó la práctica definitivamente al olvido. Recientemente, en revistas prestigiosas como The Lancet, se han publicado artículos donde se muestra la efectividad de la hipnosis como agente analgésico. Si todo el tiempo y esfuerzo que estamos dedicando a diseñar nuevos químicos lo dirigiéramos a profundizar en los poderes de nuestra mente, las películas de ciencia ficción se quedarían cortas comparadas con la realidad. También se puede conseguir, en algunos casos, que los sujetos hipnotizados experimenten “regresiones” a la infancia o a la juventud. La pregunta clave es: ¿realmente la memoria se incrementa o solo son imaginaciones? Es cierto que la hipnosis puede provocar la evocación de recuerdos olvidados, pero a veces la imaginación también pone su parte. Para comprobarlo se comparan las descripciones que relatan las personas de esos episodios infantiles con las de sus padres, y en muchos casos se presentan discordancias.

 

A los psicólogos nos les importa mucho que esos recuerdos no sean fieles a la realidad, porque lo que afecta a la persona no es lo que le pasó en realidad, sino su recuerdo, esa experiencia subjetiva. Son muchas las patologías en las que la hipnosis ha mostrado su eficacia: ansiedad, depresión, fobias, tabaquismo, asma, trastornos dermatológicos, síndrome del colon irritable, vómitos en la quimioterapia, dismenorrea, dolor crónico, quemaduras, estrés postraumático y más. A veces se aplica como un elemento más del tratamiento. “El sujeto hipnotizado no es un agente pasivo, robotizado por las órdenes del hipnotizador” (Héctor González Ordi). Quizá la aplicación más popular es la del tabaquismo. Se anuncian tratamientos que en una sola sesión grupal garantizan eliminar este hábito de una vez.

 

¿Funcionan? De entrada, parece que sí, porque todos conocemos más o menos directamente a alguien que ha dejado de fumar en alguna de estas sesiones.

 

Para que a uno lo hipnoticen, hay que querer. No pasa como en las películas. Si una persona se niega, no hay forma de hipnotizarla. Además, debe poder centrarse exclusivamente en las palabras del hipnotizador, si no, no será posible la hipnosis. También debe dejarse llevar. Si durante la sesión de hipnosis comenzamos a pensar: “no noto nada”, “esto es una tontería”, será difícil hipnotizarnos.

 

El espíritu crítico lo hemos de guardar en el bolsillo. Uno... los párpados le pesan... Dos... mientras la pesadez en los párpados es cada vez más intensa, una profunda sensación de relajación invade su cuerpo. Tres... cierra los ojos y se sumerge en un estado de paz y felicidad.

 

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